Axolot fué un grupo de Rock Sinfónico formado en Palma a finales de 1979. Después de un largo periodo de pruebas, aprendizaje y cambios de componentes, llegaría la formación definitiva a finales de 1980. El grupo estaba formado por entonces por Carlos Canals (guitarra y voz), Juan Pablo Caja (guitarra), Pere Pou (teclados), Jaume Martorell (bajo) y Guillem Auli (bateria).
Con influencias de grupos como Pink Floyd, Genesis y King Crimson empezarian ensayando versiones de sus canciones favoritas pero pronto llegarian sus propias composiciones. Al poco tiempo conseguirian instalarse en uno de los locales de ensayo de Ses Voltes donde por aquella época ensayaban muchos de los grupos jóvenes que iban surgiendo en la isla. Allí iría creciendo el repertorio propio del grupo, la complejidad de las composiciones y la experiencia como músicos de los componentes.
En Abril de 1981 llegaría el momento de su presentación en directo. Sería el día 10 de Abril en el Teatro del Colegio San Francisco y contarian con el grupo Nas como teloneros. Tenian una media de edad de 17 años y actuaron ante unas 300 personas presentando ya más de una hora de música propia. A este estreno en directo le seguirian conciertos en Esporles, Soller, Palma, Palma Nova y sobre todo, la actuación en La Nit de rock y Salsa de Santa Maria de 1981 ante unas 1.500 personas junto con grupos como Brossat, Iris Blau, Forats negres, Goma, Express y Joan Bibiloni.
Pero en esos primeros años 80 no era precisamente el Rock sinfónico lo que solicitaba el público, eran los años de la Nueva Ola y el Post-punk más siniestro. Este hecho junto con el tener que abandonar el local de ensayo y el obligado servicio militar de algún componente conllevó a la disolución de la banda en la primavera de 1982. Fué una aventura musical de poco más de un año de vida pero que dejó un buen puñado de composiciones del mejor Rock sinfónico mallorquin.
Biografia de Axolot por Juan Pablo Caja en la página de CARS (Club de amigos del Rock Sinfónico)
AXOLOT: Rock sinfónico a la mallorquina.
“Tras cada canción, el público aplaudía en bloque, llenando el teatro de resonancias de vacío, y de un ambiente unísono, unánime, que nunca había
visto en un concierto de este tipo.” (Toni Capllonch. Diario de Mallorca 25 de abril de 1981)
Así recibía, en palabras del crítico musical de Diario de Mallorca, el público de Palma a Axolot en su primer concierto en la ciudad, el 10 de abril de 1981. Pero la aventura de Axolot, una rara avis del rock mallorquín, que tenía la osadía de, en plena eclosión de la llamada New Wave, colocar sin miedo la etiqueta “Rock Sinfónico” en los carteles de sus actuaciones, había empezado hacía algo más de un año.
Axolot nació, como idea, a finales de 1979. La palabra Axolot estaba tomada del título de un relato de Julio Cortázar (“Axolotl”, que es el nombre -ajolote, en castellano- de una especie de anfibio sudamericano, cuya imagen luego se reproduciría en algunos de los carteles anunciadores de las actuaciones). Y en cuanto a las influencias musicales, digamos que, en principio, eran más o menos las esperadas: el Pink Floyd de “Wish you were here”, el Genesis de “Foxtrot”, Mike Olfield, Alan Parsons, King Crimson…
Hasta finales del año siguiente se puede decir que tuvo lugar toda la fase de formación: por la banda pasaron diversos músicos y se fue creando el repertorio propio. Un largo proceso que no impidió que en el verano de 1980 el grupo hiciese su primera aparición, absolutamente prematura, bajo el nombre de Axolot. Fue en las fiestas patronales de Puigpunyent, el 16 de agosto, en una velada musical en la que participaban el grupo de folk Aliorna y el cantautor Toni Morlà. En esta primera actuación en la que estaban presentes tres componentes de la formación definitiva (Pere Pou, Jaume Martorell y Juan Pablo Caja), y el repertorio presentaba ya algunas composiciones propias, aunque la mayor parte eran versiones (EL&P, Pink
Floyd, Santana…).
Durante el invierno de 1980 se produce, realmente, la transformación. A los citados Pere Pou (teclados), Jaume Martorell (bajo) y Juan Pablo Caja (guitarra), se unen Guillem Aulí (batería) y finalmente Carlos Canals (guitarra y voz), sin olvidar la impagable colaboración de Guillem Bernat, que arreglaba todo lo que se estropeaba y controlaba luces y sonido. Este es el grupo de músicos que empieza a ensayar por separado o en grupos de dos o tres en el dormitorio de Pere Pou (y con los amplis al mínimo), y finalmente consigue reunirse a tocar juntos y sin miedo a darle al volumen de los amplificadores en Ses Voltes, primero compartiendo local gracias a la hospitalidad de Iris Blau (otro
de los grupos que animaban Ses Voltes en esos años), y después haciendo suya (hoy lo llamarían “okupar”) una de las bóvedas libres del antiguo cuartel de la muralla (concretamente la que está al fondo, mirando hacia la Almudaina, donde hoy hay un bar). En el bullicioso ambiente okupa de Ses Voltes (ensayaban allí grupos de teatro y de todo tipo de música, incluida la banda de tambores y cornetas de Sa Calatrava) se desarrollaría toda la vida útil de Axolot. El grupo encuentra así su formación definitiva, un local de ensayo estable, en Ses Voltes, y logra poner en pie sus composiciones.
Quizá lo más importante es que con estos músicos y en este momento, Axolot consigue un sonido propio y original. Un sonido que, a falta de grabaciones y aunque un amigo dice siempre que “hablar de música es como bailar de arquitectura”, intentaré describir a partir de referencias conocidas. El “sonido Axolot” estaba influido, como se ha dicho, por Génesis y Pink Floyd, pero también por King Crimson. Muy trabajado, básicamente instrumental, con pocas intervenciones de la voz, con abundante uso de compases irregulares (5/4, 7/4) y superposición de ritmos diferentes, lo que dejaba poco lugar a la improvisación. Junto a composiciones realmente complejas (de nombres tan exóticos como “Amanecer en Neptuno”, “Juegos con fuego”, “La bola de cristal” o “El buscador de sueños”), se presentaban otras que, por el principio de acción y reacción, eran todo lo contrario, improvisación pura a partir de una base bastante sencilla (“Un fa lo que pot”, o “Marrón agua”), quizá estas últimas más emparentadas con King Crimson, por compararlas con algo conocido. Un sonido en el que tenían mucho que ver la disciplina rítmica de bajo y batería y el empleo de teclados diversos (un piano Fender, con su sonido característico y no precisamente típico
del rock sinfónico, y un omnipresente teclado de cuerdas Elka -sonido clásico de Genesis-, además del obligado sintetizador -monofónico-, a lo Keith Emerson), mientras que las guitarras creaban fondos de arpegios muy trabajados, hacían las voces principales con abundante uso de la distorsión y del pedal de Flanger o contrapunteaban con bastante libertad las melodías de los teclados o de la voz.
Así, en abril de 1981, el grupo estaba preparado para su puesta de largo, que tuvo lugar en el teatro del Colegio de San Francisco de Palma. Para el concierto, se contó con la colaboración del grupo Nas (del que poco después surgiría Zincpiritione). Datos para el Ministerio de Hacienda: el Colegio cobró por el alquiler de la sala 15.000 pesetas, mientras que se vendieron algo más de trescientas entradas a 75 pesetas. Así que incluso se ganó dinero.
Así escribía el arriba citado Toni Capllonch en el Diario de Mallorca su crítica del concierto (reproduzco literalmente; en algunos momentos el artículo está escrito a modo de conversación con un supuesto acompañante gruñón. Una puntualización: la media de edad del grupo era de diecisiete años y no quince, como dice Capllonch):
“(…) Tras un breve descanso, el concierto prosigue su singladura. El teatro está inundado de humo, aunque infinidad de letreros prohibiendo fumar han sido estratégicamente colocados. Axolot, formado asimismo por músicos jovencísimos, mantienen también una formación más o menos tradicional dentro del rock, en su caso hay que hablar de la modalidad rock sinfónico. Así que en sus filas hay un organista o un teclista, claro.
Desde el primer momento, cuando comienzan a desgranar su repertorio todo el mundo se percata de la gran diferencia entre ellos y el grupo que les ha precedido, Nas. Su música es todo lo contrario del rock poco elaborado. Las composiciones son floydianas, concretamente estructuradas, usando y abusando de crescendos emocionales, de efectismos emotivos. Subidas y bajadas. Axolot hacen volátiles vocales. Aunque el equipo de sonido viene a ser el mismo que para el otro grupo, ahora la voz y cada instrumento suenan limpios, perfectamente audibles, sin distorsionar. Se trata de un sonido claro, transparente pero profundo al mismo tiempo, con notas bien medidas, muy estudiadas.
Tras cada canción, el público aplaude en bloque, llenando el teatro de resonancias de vacío, y de un ambiente unísono, unánime, que nunca había visto en un concierto de este tipo. Evidentemente, los más sorprendidos son los propios integrantes del grupo quienes, ante la avalancha de vibraciones de aplauso, se intercambian miradas de inteligencia en las que se puede leer el alivio, el suspiro, la sonrisa, el guiño.
-Es una gran sorpresa, realmente.
-Siempre hay una sorpresa, en cada concierto de desconocidos.
-Bueno, no tanto. Esos chicos son todavía niños y ya tocan como lo harían Premiata Forneria Marconi si se desenvolvieran en sus circunstancias.
-¿PFM? te pasas de mucho amigo, y perdona. PFM y más, mucho más ¿por qué no? Fíjate que Axolot tiene una edad media de quince años, date cuenta de que sólo llevan juntos desde finales del pasado verano y que hasta hace dos meses escasos no han tenido local de ensayo, por lo que cada uno componía por su cuenta y luego se reunían en la reducida habitación de uno de ellos para ensayar… (?) Hacen falta altas dosis de genialidad para sobrevivir artísticamente a todas estas circunstancias, y a otras muchas también, adversas….
-Mira, eres dramático a tope.
-¿Tú crees? ¿Sí? Pues quedas despedido.
-Adiós.
-Adiós -dicen todos, saliendo con el rostro iluminado por una sonrisa y añadiendo-: Eran buenos, ¿eh?”
En su debut, Axolot presentó ya algo más de una hora de música propia. Un repertorio que se fue ampliando rápidamente: prácticamente en todos los conciertos que siguieron se presentaron piezas nuevas, en algunos casos de hasta quince minutos de duración.
Después de esta exitosa primera actuación, vinieron conciertos en las fiestas patronales de la Vilanova de Esporles (a finales de junio), en Sóller (en La Defensora), en el patio de la Parroquia de Santa Payesa de Palma, y en el Club de Hielo de Palma Nova. También fueron invitados a participar en la “Nit de Rock i Salsa 81”, en Santa Maria, un festival de cierta importancia que reunió a más de mil quinientas personas, y en la que también actuaron Brossat, Pa amb Oli Band, Joan Bibiloni, Iris Blau, Open Jazz Trio, Roble, Birlongo y Berimbau.
Axolot también actuó en varios de los conciertos organizados en Ses Voltes por el colectivo de grupos que ensayaban allí, algunos de ellos con gran participación de público, compartiendo cartel con los citados Iris Blau, Forats Negres (el interesante grupo de Pere Pla), Mediterranic So (la banda de Miquel Massutí, que al abandonar Ses Voltes cedió su local a Axolot -tenía menos humedad y sonaba mejor-), Drac y Shangai.
Hubo contactos, a través de M. A. Sancho de Xocolat (entonces en la calle Estanc) con la discográfica Discophon, de Barcelona. Incluso se grabaron algunas maquetas que Dios sabe dónde estarán ahora.
Pero a mediados de 1982, la realidad fue imponiéndose. Hacer rock sinfónico en esos años era un anacronismo absoluto; las dificultades renacían al tener que abandonar Ses Voltes y volver a ensayar en casa de uno de los componentes (ahora el garaje de Guillem Aulí, en Esporles), la mili se cernía sobre alguno de los músicos, la progresiva complejidad de las composiciones exigía disciplina y más ensayos…
Nunca más se supo de Discophon. Los que sí grabaron, con cierto éxito, fueron el grupo surgido de Nas, los teloneros del primer concierto de Axolot, Zincpiritione. Eran los primeros ochenta, la nueva ola, canciones sencillas, de dos o tres minutos, pocos arreglos… Axolot se disolvía, con buen criterio, la primavera del 82.
(Este texto está dedicado a Pere, a Jimi, a Guillem, a Carlos, a Guillem Bernat, a Juan Miguel, a Sofía, a María José, a Emilio, y a todos cuantos compartieron con nosotros ese verano de 1981.)
Juan Pablo Caja, 1999.